miércoles, 7 de mayo de 2014

Pongamos en valor la formación profesional




Miércoles, 7 de Mayo de 2014

En el turbulento mundo dónde nos toca vivir, la competitividad de un Territorio se cimenta, en buena medida, en la calidad del sistema educativo que contribuya al desarrollo integral de las personas. No tengo dudas sobre el papel fundamental que, dentro de este Sistema, ha jugado en nuestro país la Formación Profesional: ha sido una pieza clave, sólo hay que destacar que el 70% de los puestos de trabajo de las empresas del sector industrial requieren un título de formación profesional.

En una sociedad que apuesta por el desarrollo de la industria como eje central de su desarrollo económico, necesitamos generar un ecosistema industrial de cooperación donde empresas, instituciones públicas, Universidad, centros de Formación Profesional, centros tecnológicos, empresas de servicios avanzados, sindicatos, organismos intermedios, etc. trabajen de forma coordinada y estructurada para generar competitividad en todos los ámbitos.

En este ecosistema industrial, los nuevos retos derivados de la creciente globalización de la actividad económica, la incorporación de nuevas tecnologías a los mecanismos de fabricación, los nuevos materiales, los modelos de negocio innovadores, las organizaciones centradas en las personas, etc., se convierten en retos importantes para la mayoría de nuestras empresas, necesitándose una transformación permanente de los mecanismos de actuación.

Es en este contexto donde tenemos que hacer una apuesta por la adaptación de nuestra formación profesional a este nuevo entorno. En muchas ocasiones se visualiza como la 'hermanita pobre' del sistema educativo, cuando su importancia es sustancial para el desarrollo de una industria competitiva. En Euskadi contamos con una excelente red de centros de formación profesional que han constituido una piedra angular de apoyo a nuestra industria.

En mi opinión tenemos que dar un nuevo enfoque a nuestro sistema de formación profesional, construyendo sobre sus notables fortalezas. Debemos incorporar al proceso formativo - reglado y de formación continua - la necesidad de capacitar a nuestros profesionales en las nuevas tecnologías emergentes, en potenciar su destreza para combinar tecnologías, o en el conocimiento de nuevos materiales, y desarrollar la formación en alternancia o formación dual.

Pero si la formación técnica es relevante y eje central del proceso educativo, no debemos perder de vista otras competencias básicas que generarán una mayor empleabilidad de los técnicos de formación profesional en el futuro: la multiculturalidad necesaria para trabajar en entornos diferentes en el mundo, la capacidad de aprender, la capacidad de generar ideas, la creatividad, la innovación, el emprendimiento, la asunción de riesgos, la cooperación, el esfuerzo, la repercusión económica de las decisiones, el compromiso, los valores éticos, etc.

Tenemos un enorme reto por delante, pero al mismo tiempo una ventana de oportunidad para consolidar nuestra posición en este campo. El sistema de formación profesional vasco es reconocido por las empresas y por la Unión Europea como referente. Pero no debemos conformarnos con ello: la FP debe seguir siendo una pieza angular de nuestra competitividad.
Una asignatura pendiente es la puesta en valor de la formación profesional como elemento estratégico para el País en todos los ámbitos sociales. Todos los miembros del ecosistema industrial, empezando por el mundo educativo, tenemos que contribuir a favorecer el reconocimiento de su vital importancia en la competitividad futura del país.

Sabin Azua. Socio Director de B+I Strategy.

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