Alumnos
a la carta para la industria vasca
Algunas
empresas encargan a centros de FP un ciclo ajustado a sus necesidades. Otras
montan pequeñas “universidades” en sus instalaciones
- La FP en alternancia, que combina estudio y trabajo, es la iniciativa estrella del Gobierno vasco y va ya por la segunda promoción.
La
planta baja del edificio de Aernnova en el Parque Tecnológico de Zamudio
alberga el centro de formación de esta empresa, que se asemeja al aula de una
moderna universidad en la que un centenar de jóvenes aprenden el oficio de
diseñar y fabricar estructuras de aviones. Este proyecto, subvencionado por el
Gobierno vasco, ha permitido que la compañía aeronáutica saque del paro a 90
ingenieros y diez titulados de FP y los forme durante dos cursos, con contrato
y sueldo, y con el compromiso de que la mayoría se incorporen a la plantilla.
El tirón de la industria aeronáutica permite augurar a los responsables del
proyecto que esta novedosa formula tendrá continuidad.
«Necesitábamos
una formación muy específica, que no se da en los centros de FP ni en las
universidades. Es la primera vez que realizamos esta experiencia y al Gobierno
vasco le ha gustado el proyecto. Los jóvenes son empleados de la empresa desde
el minuto uno y reciben una enseñanza muy personalizada», resume Javier
Arrabal, responsable de la oficina de Zamudio de Aernnova. Esta firma plantea,
incluso, dar un título a los alumnos que completan el programa.
Si
la primera fase de la formación sirve para que los estudiantes aprendan los
conocimientos básicos de la profesión que van a desarrollar, ya desde una
segunda etapa participan en proyectos concretos
de la empresa. Y en la fase final se integran en seminarios en los que
se tratan casos particulares, diseño y construcción de piezas y entran en
contacto con los clientes. Más del 80% pueden acabar contratados. Incluso,
aunque no se coloquen el la propia empresa, el perfil profesional con el que
salen estos jóvenes está muy solicitado en todo el mundo.
El
único problema con el que se topó Aeronnova para seleccionar a los 100
aspirantes fue el inglés. No encontraba jóvenes con formación suficiente en ese
idioma – que sean «autónomos» en la lengua -, un requisito imprescindible en el
sector aeronáutico.
CURSOS POR ENCARGO
Para
algunos de los participantes, este programa ha supuesto cambiar una
especialidad de ingeniería en la que no encontraba trabajo, y preparase en otra
con más salidas. Una buena parte de ellos venía de cierre de una empresa o de
pasar años hilando becas y practicas con retribuciones muy bajas. Es el caso de
José Ignacio Ibarguren, de 36 años, que estaba en el paro tras un ERE cuando le
seleccionaron para este programa. O el de Sandra Cepeller, de 30 años, e Itxaso
Aldekos, de 29, ingenieras industriales que por sus especialidades relacionadas
con la construcción lo tenían difícil para lograr un empleo por la grave crisis
en el sector. O Goizane Rodríguez, de 27, que completo varios años de prácticas
y becas mal retribuidas. Ahora todos ellos se confiesan encantados con esta
oportunidad. Natalia Soldevilla, de 32 años, también es ingeniera de la empresa
aeronáutica I.T.P, que tiene su sede en el Parque Tecnológico de Zamudio, y le
paso algo parecido que a sus colegas de Aeronnova. Se licencio en Quimica en la
UPV y tras enlazar becas y practicas
poco remuneradas, combinadas con temporadas en el paro, se fue al extranjero.
Encontró empleo en una fábrica de pinturas en Austria, pero ella quería volver
a Euskadi. «Como sabía que con mi licenciatura iba a ser difícil, estudie el
segundo ciclo de ingeniería por la especialidad de Materiales», recuerda. Entró
en I.T.P. para hacer el proyecto de fin de carrera; una vía de cooperación
entre universidad y empresa que le ha permitido adquirir el perfil profesional
especializado que requería este fabricante de motores de aviones. «Tienes un
tutor un año y recibes formación», relata satisfecha esta joven que ha logrado
este año el premio al mejor proyecto fin de carrera de la escuela de
ingenieros. Ahora ocupa un puesto, que combina investigación en materiales con
el trato con clientes, que le gusta.
I.T.P también utiliza la
fórmula de encargar cursos a Centros de Formación Profesional para cubrir
puestos que precisan una gran
especialización. De las incorporaciones de titulados de FP en su taller en 2013,
19 llegaron de dos cursos realizados de forma específica para la firma
aeronáutica en el instituto de Elorrietica y el de Máquina Herramienta de
Elgoibar; y 10 más habían completado un programa
de Ensayos No Destructivos también diseñado a medida de las necesidades de la
firma de Zamudio. Casi una veintena de jóvenes eran becarios que hicieron sus
prácticas en la empresa.
Maider Olano es un ejemplo de esa relación estrecha que mantienen ahora los centros de FP y la industria vasca. Tiene 28 años y siempre quiso ser soldadora, «en un principio de joyas pero después opté por las piezas pequeñas de metal», recuerda. Se fijó una meta, «trabajar en I.T.P., porque es una empresa en la que tendría la oportunidad de soldar ese tipo de piezas». Con ese fin se matriculó en un instituto de FP vizcaíno que ofrecía prácticas a sus alumnos en la empresa de Zamudio. Lleva ya cinco años en la firma aeronáutica y es la única soldadora del taller. Asegura que disfruta con su trabajo.
ESTUDIAR Y TRABAJAR
El
Gobierno vasco detecto esta demanda de “alumnos a la carta” que cubran los
empleos especializados en la industria vasca. Es la razón vasca por la que ha
implantado la formación profesional en alternancia (Hezibi). Esta modalidad
permite que los estudiantes de ciclos de FP combinen a diario las clases y el
trabajo en una empresa durante un año. En la primera promoción que comenzó en
octubre de 2012 y finaliza ahora, participaron 126 alumnos. Para este curso se
ha incrementado a 233 el número de participantes. «Gracias a Hezibi, las
empresas vascas tienen la oportunidad de contar con profesionales de un perfil
plenamente a sus propias necesidades y procesos, lo que redunda en la mejora de
su capacidad productiva y competitiva. Son ellas, en coordinación con el centro
de FP, las encargadas del proceso de aprendizaje, con lo que logran una mayor
especialización de los nuevos empleados», señalan desde Educación.
Julen
Elgeta, presidente de Hetel –agrupación de centros vascos de FP de iniciativa
social -, explica que, aunque supone un esfuerzo ,mayor para el alumno, ya que
tiene que estudiar y trabajar, es una oportunidad «muy golosa». De hecho, «hay
siempre más demanda que puestos ofrecidos por las empresas». Los estudiantes
tienen un contrato laboral y un sueldo,
que ronda los 400 o 500 euros al mes por media jornada. El alumno cuenta con un
tutor en el centro de enseñanza y otro en su puesto de trabajo.
«Los recomiendo cien por cien, yo he logrado un contrato»
M.F VALLEJO
BILBAO. Eneko Goitia está de enhorabuena. Este joven de Durango pertenece a la primera promoción de formación en alternancia de la FP, que durante el segundo curso reparten su jornada entre las clases y el trabajo en una empresa. El pasado jueves finalizaba su etapa en un centro de innovación metalúrgico en el que ha realizado su estancia formativa y le ofrecieron un contrato de un año.
«Recomiendo esta experiencia cien por cien. Es una enseñanza mucho más practica», resalta. De hecho, hay asignaturas que se superan con los proyectos que se hacen en la empresa. «Ves la aplicación de lo que estudias en casos reales. Y, además, te puede abrir muchas oportunidades de empleo. Es una motivación extra», comenta este joven que ha estudiado en el centro de Maristas de Durango el ciclo de Diseño y Fabricación Mecánica, una de las especialidades de FP superior con más salidas en el mercado laboral.
Reconoce que esta experiencia supone más esfuerzo porque hay que acudir media jornada a estudiar y otra media a trabajar. Pero tiene sus compensaciones. Durante el periodo formativo ha disfrutado de un contrato de 10.000 euros anuales. «En la empresa he hecho un trabajo como otro empleado», afirma orgulloso.
Oier Mamterola estudia en el centro FP de Somorrostro el ciclo de Mecatrónica -automatización y robótica-. Participa en el programa Hezibi, la FP dual. Trabaja de 8.30 a 1 del mediodía y estudia de 2 a 8 de la noche. Tiene un sueldo de 550 euros. Comenta que es duro pero se confiesa «muy contento» de tener la oportunidad de adquirir experiencia laboral.
El mayor problema con el que se topa este proyecto de formación en alternancia es encontrar a un número suficiente de empresas a acoger a alumnos, un obstáculo agravado por la crisis. Según los datos del Gobierno vasco son las firmas guipuzcoanas del sector industrial las que lideran la participación en este programa porque buscan profesionales muy especializados que formen parte del desarrollo de productos innovadores y avanzados», explican los responsables de Hezibi.
Las chicas despegan en la aeronáutica
Los responsables de la FP de Euskadi tratan desde hace años de dirigir a las chicas a las especialidades de la industria, las que tienen más salidas laborales. Todavía hay un largo camino por recorrer porque su presencia es mayoritaria en ciclos relacionados con la educación, sanidad y servicios. Los expertos recomiendan optar por la mecánica, la electricidad, la electrónica o automatización, especialidades que van a reclamar las empresas cuando remonte la economía y llegue el relevo generacional en la industria. Este curso las matriculas de FP han alcanzado los 32.000 estudiantes, 1.300 más que el anterior y 7.000 más que hace cinco, lo que supone un 33% de crecimiento. En las ingenierías se ha avanzado más en la presencia de las mujeres, aunque sigue siendo una profesión masculina. De hecho ingeniería y arquitectura son los estudios con más alumnos varones en la UPV. Este año hay matriculados en esas especialidades 1.635 chicos frente a 515 chicas. Las crecientes oportunidades de trabajo la industria aeronáutica están abriendo un nicho de empleo para las ingenierías. De hecho, cada vez mayor su presencia en este sector de la construcción de aviones.
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